sábado, 3 de febrero de 2007

BABEL

Según el capítulo 11 del Génesis, los hombres de aproximadamente el año 2200 antes de Cristo pretendieron crear una torre en la zona mesopotámica del Eufrates, una torre que "llegará hasta el cielo y en la que se hablará una única lengua". Pero Yahvéh descendió para ver la ciudad y la torre que estaban haciendo los hombres y dijo:«He aquí que todos forman un solo pueblo y todos hablan una misma lengua, siendo este el principio de sus empresas. Nada les impedirá que lleven a cabo todo lo que se propongan. Pues bien, descendamos y allí mismo confundamos su lenguaje de modo que no se entiendan los unos con los otros». Así, Yahveh los dispersó de allí sobre toda la faz de la Tierra y cesaron en la construcción de la ciudad. Por ello se la llamó Babel, porque allí confundió Yahveh la lengua de todos los habitantes de la Tierra y los dispersó por toda la superficie. (Génesis 11:1-9.).

Aunque lo parezca, no me he afiliado a una secta (si es que a las sectas uno se afilia como a los sindicatos...). Hará una semana que vi la película BABEL de Alejandro González Iñárritu, y desde entonces le llevo dando vueltas en la cabeza a todo lo que pude ver en la gran pantalla. Por varias circunstancias no he podido escribir nada en este blog antes, y tenía muchas ganas de comentar esta maravillosa película en la línea de las dos pelis anteriores de este mismo director; Amores Perros y 21 Gramos. Películas en las que cuenta varias historias diferentes con nexos en común, que se van descubriendo a lo largo del largometraje. Películas de personajes, de sentimientos, de seres humanos...
Sin ser una entendida en cine, ni mucho menos, creo humildemente que esta película es una de las mejores que se han hecho en los últimos años, al menos que yo haya visto, realizada con suma delicadeza y cuidando todos los aspectos, es una maravilla tanto en los contenidos como en la forma.
La película (quedaría bien decir el film, pero siempre me ha parecido muy pedante...), cuenta, como ya he dicho, cuatro historias de personajes muy distintos que viven en sitios muy diversos del planeta y con culturas y tradiciones muy diferentes, pero que se entrelazan por diferentes motivos. Una Torre de Babel por tanto, en la que las diferencias son marcadas, pero en la que las semejanzas son aún más fuertes.

Es posible, que en la diversidad de culturas y tradiciones, a los humanos nos hagan felices cosas muy diferentes, es posible que las preocupaciones por alcanzar la felicidad de un japonés en medio del cosmopolita Tokio no tengan nada que ver con la de los habitantes mexicanos del desierto de Sonora. Sin embargo lo que entristece a cada uno de ellos es lo mismo. Nuestras frustraciones son las mismas, las impotencias son las mismas, los sentimientos por nuestros hijos son los mismos, nos duele el rechazo, la perdida, la incomprensión... Y esto se refleja maravillosamente bien en esta película, gracias a un trabajo perfecto de todos los actores, muchos de ellos siendo la primera vez que se ponían delante de una cámara.

Refleja a la perfección la idiosincrasia de cada uno de los cuatro pueblos que presenta, se sumerge en la cultura y refleja con absoluta naturalidad cada mundo. Esto se logra por una gran calidad en la dirección de fotografía, a cargo de Rodrigo Prieto, usando un formato, una saturación de color y de nitidez diferente para representar cada una de las culturas, "combinándolo todo finalmente, igual que se unen todos los idiomas en una misma película". Son impresionantes las panorámicas del desierto marroquí, o ver la ciudad de Tokio desde lo más alto, con los grandes edificios y luces violáceas.
La música empleada, también consigue crear un clima perfecto en la película, Gustavo Santaolalla optó por componer la música con el oud, un instrumento antepasado de la guitarra española y con un sonido cercano al mundo oriental, combinándolo con otros instrumentos consigue una música neutra y emotiva.

Babel, me ha hecho reflexionar mientras la estaba viendo sentada en la butaca del cine, transportada a todos esos lugares , (que algún día conoceré), y aún hoy una semana después, me hace pensar y emocionarme, ver como los seres humanos tenemos sentimientos tan parecidos aún estando alejados en el espacio.
No puedo dejar de pensar como, siempre, SIEMPRE, ganan los mismos, como los pobres, los inmigrantes o aquellos que tienen una enfermedad o minusvalía, siempre cargarán con la sospecha, con el daño o con el desprecio, mientras los demás por muy al límite que se encuentren en una situación, lograrán salvarse.
Una peli en la que no hay buenos, ni malos. Hay circunstancias, casualidades, nadie estamos libres de que en un momento dado, nos tomen por ladrones o asesinos, todos, incluso las personas más buenas y pacíficas del mundo pueden verse en esta situación.
Sin quererlo, sin ni siquiera darnos cuenta, todos podemos ser para los demás peligrosos, delincuentes, asesinos... esto nos lleva a la impotencia... sea cual sea tu raza, tu credo o tu religión... como la impotencia que sienten los personajes de BABEL.

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